Igualdad. Un deseo, una lucha, una batalla por conseguirla. A día de hoy, a pesar del desarrollo y el avance de la sociedad, no podemos hablar completamente de igualdad. Y en lo que a igualdad de género se refiere, aún queda mucho trabajo por hacer.
Una de las lacras que pone de manifiesto la desigualdad es la violencia de género. Muchas mujeres se sienten desprotegidas, desamparadas y solas ante un caso de violencia de género. El miedo, el temor a represalias… son muchos los factores que provocan, en muchos casos, que el problema se alargue en el tiempo. Es una de las batallas más importantes que debe afrontar la sociedad.
Para ayudar a esas mujeres asociaciones como AIVIG son una dosis de oxígeno, unas alas que ayudan a emprender el vuelo cuando todo parece negro. La Fundación Esperanza Pertusa está colaborando con la asociación ilicitana para que su mensaje pueda llegar a más mujeres.
La asociación trabaja para la prevención y la superación de la violencia de género. Marina Marroquí, su presidenta y fundadora, dejó su trabajo en Cruz Roja para fundar una asociación que lucha por las víctimas y por la sociedad, de forma integral.
AIVIG cuenta con varios proyectos. El de prevención, con talleres destinados a las víctimas y jornadas de sensibilización. El de detección precoz donde ofrecen herramientas como el ‘violentómetro’, para que la mujer pueda saber si se encuentra ante un caso de violencia de género; y talleres a adolescentes a nivel nacional, donde en 2016 participaron hasta 12.000 jóvenes.
El equipo de profesionales de AIVIG está ayudando a salir adelante a más de cien chicas y veinticinco chicos, un total de 15-20 familias. El objetivo final, según Marina, es “la superación integral, que esa persona se sienta feliz y también su entorno”.
Marina Marroquí cuenta su propia experiencia: “Fui víctima de violencia de género e hice todo lo que no hay que hacer. Me sentí muy sola, no había nadie que me ayudase. Cuando empecé a estudiar Educación Social entendí por qué no lo superaba, y de una ‘locura de universidad’ salió mi vocación y el motor de mi vida”.
Lo más duro de este trabajo, en palabras de Marina es “ver cuando vienen las mujeres, la indefensión aprendida”. Sin embargo, en un corto plazo de tiempo estas mujeres vuelven a acercarse a ser quienes son de verdad. “En dos meses parecen mujeres totalmente diferentes. Lo que más llena es ver cómo vuelven a ser felices, que se encuentren a sí mismas. Eso te da energía”, explica la presidenta.
Para la Fundación Esperanza Pertusa la lucha contra la violencia de genero es fundamental. Consideramos que la labor de AIVIG debe ser reconocida, reforzada y apoyada para que cada pequeña batalla sea una victoria, para que cada victoria sume y, al final, conseguir ganar la guerra contra la violencia machista.