Maite y Mercedes conocen muy bien lo que es tratar de sacar adelante a una familia con facturas acumuladas y sin saber a lo que aferrarse. Pero no perdieron la esperanza, y en el camino encontraron a una asociación de voluntarios que dio un poco de luz a su difícil situación. La ONG Despensa Solidaria, que atiende a 400 personas de la provincia de Alicante, no sólo ofrece alimentos. “Lo más importante en mejorar la autoestima de las personas, ofrecerles formación y acompañarles en el camino para la búsqueda de empleo. Hay salida, pero cuesta, y mucho” nos cuenta Maria Jose Solbes, presidenta de la asociación. “No podemos conformarnos con dar comida, es pan para hoy y hambre para mañana», asegura.
“Estaba en el paro y tengo dos hijos, soy separada y el padre no se hacía cargo. Vivo con mis padres, que cobran la pensión mínima contributiva y éste era el sustento de cinco personas, además de pagar el agua, luz… La situación era fatal, y las asistentas sociales me hablaron de la Despensa Solidaria donde me dieron productos básicos”, recuerda Maite, de 29 años. No sintió reparos en pedir ayuda porque “lo necesitaba y es algo digno”, pero al principio “me daba vergüenza ponerme en la cola, sentía que no era mi sitio porque desde que tengo quince años he estado trabajando”. Es el caso de muchas familias de clase media a la que la crisis ha dejado en una situación de auténtica precariedad. En nuestro país 13 millones de personas están en riesgo de pobreza, cinco millones se encuentran en situación de exclusión severa y 2,3 millones de niños viven por debajo del umbral de pobreza. Estos datos definen la situación de auténtica emergencia social que vivimos y ante la cual no podemos permanecer impasibles.
En el caso de Mercedes, de 31 año, no dejó totalmente de trabajar: “Tengo tres hijos, vivo sola y estoy en un piso de alquiler. Nunca se me agotaron todos los trabajos, pero llega un momento que como la gente lo pasa mal de cuatro horas acabas trabajando dos y va bajando hasta que ves que estás tocando fondo, estás ahogada y ya no puedes más”. Se encarga de hacer comidas para personas mayores. “Es que cocino muy bien”, apunta.
Maite y Mercedes cumplían el perfil para que la ONG trabajara con ellas a través de talleres. No lo dudaron y se apuntaron al de búsqueda de empleo.
Maite lleva siete meses trabajando en una empresa de limpieza. Antes de la formación, se recorría “toda Alicante y no encontraba nada”. “La gente me dice estoy más guapa y es porque ves que vales para algo y que puedes salir adelante por ti misma; ahora soy yo la que mantiene a mis hijos”. Ya está mirando un piso de alquiler y no piensa abandonar la formación.
Mercedes, auxiliar de educación infantil, ahora está preparada “emocionalmente y tengo apoyo familiar y personas que me quieren” para presentarse en unos meses a las pruebas de acceso a la universidad. Está ahorrando para hacer magisterio. “Todos me dicen que sirvo y voy a ir a por ello”, afirma con rotundidad
Desde la Fundación Esperanza Pertusa apoyamos iniciativas como la que lleva a cabo Despensa Solidaria que través de una loable labor de voluntariado contribuyen a ampliar las oportunidades de colectivos en situación de vulnerabilidad. Su historia nos recuerda que no hay que perder la esperanza.
Fuente: Diario La Verdad y elaboración propia.